¿Otra vez tú aquí?

¿Otra vez tú aquí?, me preguntó.
¿Qué ocurre, viejo?, contesté, ¿acaso nadie te cree?
Los muñones habían cicatrizado por encima de las rodillas. Esa noche dejé que las extremidades inferiores descansaran.
Le cogí una mano, con delicadeza, como si fuera a pedirla en matrimonio.