Anatomía Cuatro

Anatomía Cuatro: esta versión juvenil continúa la senda de la correcta literatura para menores, pero al autor se le va de las manos. La conducían al patio, donde iban a devorarla a la vista de todos. Ella encendió entonces su única bengala. Conozco a uno de los vuestros, somos muy amigos, dijo. No tenemos amigos entre vosotros, replicó el zombi. Quizá somos incluso algo más que amigos, insistió la chica. Pues qué bien, dijo el zombi mientras la desataba. Todo estaba listo. Ella vio entonces al chico del que se decían cosas, como por ejemplo, que era zombi. También iban a devorarlo.

Papilas

Papilas gustativas zombis. Las pongo a prueba. ¿A qué sabe el hígado humano? Quizá me equivoque. Quizá el sabor que yo identifico como hígado humano fresco es el del atún o el de la avena. Eso hace que te plantees cosas. Piensa en el pollo. A lo mejor Dios Zombi no supo concretar a qué sabía el pollo, y por eso hay tantas partes del cuerpo humano que saben a pollo.

No te gusta

No te gusta la idea de no ser tú quien controla tu vida. Te lo dijo tu amigo Sebastián y tú bromeaste. Zombilobbycracia: gobierno de los zombis, tiranía invisible de los zombis. ¿Quién crees que fabrica las armas con miras telescópicas antizombis? ¿Quién crees que ha ordenado la disolución de las bandas de zetas que se han hecho fuertes en las calles? ¿Quién crees que ordenó el asalto al instituto y la masacre de zombis y rehenes? ¿Quién crees que planea atentar contra la vida de nuestro líder y maestro ZZ?, me pregunta Morfeo a través del correo electrónico.

Anatomía Tres

Anatomía Tres: si quieres saber de qué pasta están hechos tus personajes, ponlos en situaciones difíciles. Que vivan situaciones extremas. A ver cómo reaccionan. El autor de esta versión juvenil del universo zombi obedeció aquel consejo. Una banda de zetas entró en el instituto. Cuando el amigo bueno se dio cuenta de que algo malo ocurría, dejó a solas a la chica (a la que se había apartado del nuevo, del que se decían tantas cosas) y se escondió en el cuarto de baño. Cuando uno de los zetas le encontró, el amigo bueno pidió disculpas y se dejó conducir junto a los otros. Cuando le preguntaron qué opinaba de los zombis, el amigo bueno aseguró que los respetaba, que todas las especies debían aprender a convivir, que él siempre había defendido esas ideas. Cuando uno de los zombis lo escogió para sacrificarlo delante de las cámaras de televisión, empezó a chillar, y luego dijo: A mí no, hacédselo a ella.

Cerebros

Cerebros zombis. Descodifican la información que llega desde las papilas gustativas. Sé que cuando me meto un cerebro humano en la boca, algo le dice a mi cerebro zombi que es bueno. He llegado a acostumbrarme. Ya ni veo circunvalaciones cerebrales, solo un entrecot de buey, un pato a la naranja y un hígado convertido en foie gras.

Conejo blanco

Conejo blanco. Sueña con reinas zombis en un país de naipes. Conejo androide. Sueña con zombis eléctricos. Conejo zombi. En el matadero, tiene carne humana entre los dientes. Sigo al conejo blanco, mi nuevo amigo virtual. Me avisa. Nada es lo que parece. El mundo real es otra cosa. Humanos que parecen zombis y zombis que se comportan como zombis. Supongo que lo siguiente que me dirá es que las cucharas zombis no existen.

Anatomía Dos

Anatomía Dos: el padre de la chica proporcionó argumentos irrebatibles. Ese tipo en el que su hija había puesto los ojos era un zombi porque era raro. O al revés, era raro, luego era un zombi. La chica no pudo recordar luego cuál fue exactamente el razonamiento de su padre, pero estaba segura de que su progenitor había señalado lo siguiente: el nuevo leía libros raros, escuchaba música rara y hablaba de una forma extraña, de temas que chirriaban un poco. Su padre terminó recordándole lo sencilla y agradable que la vida podía ser. Solo había que dejarse llevar: leer y escuchar lo que todos, quedar con los de siempre, hablar de lo mismo. Así, a su cuerpo lo rodearía cierta aureola, un brillo que solo vería la buena gente. Y nadie la llamaría zombi.

Cuerdas

Cuerdas vocales zombis, roncas, diseñadas para gemir largamente, durante días si es necesario. Asustan a los humanos y despiertan el instinto de los zombis que se encuentran en las cercanías, que acuden a la llamada, también para acosar. Si prefieres la soledad y el silencio, son un fastidio. Como dijo un dramaturgo, es mejor ser rey de tu silencio que esclavo de tus gemidos zombis.

Morfeo

Morfeo envía un mensaje a través de mi correo electrónico. Morfeo. Qué nombre más apropiado. Porque lo que leo en la cama, junto a Vera, es lo siguiente: Eres un esclavo, zombi, igual que los demás. Los humanos están ciegos, pero tú también. La mentira te rodea. Puedes verla si miras por la ventana. Puedes sentirla. Es el mundo de humanos dominados por zombis que han puesto ante tus ojos.