Bancos Zombis

Bancos Zombis, siguió diciendo Sebastián. ¿Te das cuenta de que dentro de un tiempo ni siquiera será necesario añadir lo de zombi a la palabra banco? Cuando suprimamos la palabra zombi, nadie tendrá miedo, ni tampoco dudas. Simplificaremos la lengua. Humanos y nohumanos, o menoshumanos. Y en un futuro más lejano todavía, aunque no tanto como crees, ni siquiera necesitaremos esos prefijos. Estaremos englobados en una misma palabra. Formaremos una sola colonia, aunque cada uno desempeñará una función. Unos comerán y otros servirán de alimento.

Sucedió en un andén

Sucedió en un andén. A las diecinueve horas y ochenta y cuatro minutos. Era un zombi inteligente. Lo veía todo con demasiada claridad, y al nuevo orden no le gustan los que son así. Iba a desaparecer. Lo llevaba escrito en la cara. Ni siquiera guardaba la precaución de caminar lejos de las vías.

Te acercas

Te acercas y me hablas. Nadie puede esconderse, esconderse es una forma de engañarse, tú lo sabes, me dices. Sebastián, amigo mío, cómo no ibas a encontrarme. Sebastián, si aspiraras el silencio fresco de la mañana, te sentaría bien. Una nube dibuja una boca en el cielo. La luna, pálida, está a punto de perderse. Yo permanezco en silencio y tú sigues hablando: ¿Te acuerdas de nuestra visita al matadero? Qué lugar más desagradable, ¿verdad? Mataderozombi. Lo hemos eliminado de los diccionarios. Alguien escribió que cada concepto debería expresarse claramente con una sola palabra, una cuyo significado estuviera decidido con rigor, con todos sus significados secundarios olvidados para siempre. Pues se equivocaba. Resulta más eficaz suprimirla.

Pero qué bueno es esto de sentirse libre

Pero qué bueno es esto de sentirse libre. Lejos de la ciudad. Lejos del odiozombi. Me tumbo sobre la hierba húmeda, a primera hora del día. La niebla aún no se ha levantado. El rocío moja mi espalda. No hay gemidos zombis, pero sí silencio de pájaros. Me extraña lo de los pájaros. Levanto la cabeza y oteo el horizonte, en busca de quién sabe qué o quién. No hay nadie. O mejor, yo no lo veo. Hay pajaros y ninguno canta.