Rodillas

Rodillas zombis. Se levantan de la cama por su cuenta y tratan de adecentar el lugar en el que la humana y yo vivimos. Esas rodillas deberían bajar ahora y comprar algo. Y también preparar unas tostadas. Por cierto, me apetece fruta. Y algún pastel, algo con chocolate. Té, no puede faltar. Y café para ella, que no se les olvide.

El asalto (VIII)

El asalto comenzó después de que devoraran a siete de los rehenes a la vista de todos. El primero en morir fue un periodista. Tenía una de las armas que los soldados empleaban contra los no vivos y la estaba examinando. En medio de aquel terror, el periodista dijo que era cierto: podía distinguir a los zombis de los humanos a través de la mira telescópica. Un proyectil de una de las unidades de asalto se inscrutó entonces en su bóveda craneal.

La chica (VII)

La chica se limpió el labio partido y enjugó la sangre que caía de una de sus cejas. Miró los arañazos que decoraban sus muslos y sus brazos. Recogió su ropa y se la puso. Pareció entonces más indefensa que cuando estaba desnuda. Siempre sucede lo mismo, dijo el zombi, todo es muy diferente a como lo planeamos. Seguro que tú, por ejemplo, jamás imaginaste que tu primera vez sería conmigo y de esta manera, añadió antes de conducirla de nuevo a su pupitre, con los otros alumnos.