Como un humano cualquiera

Como un humano cualquiera. Perplejo. Indeciso. Inquieto. Asustado. Temblón. Todo agoniza como una ciénaga triste. Hace muy poco, de noche, me asomé por una ventana. No contaré lo que vi ni lo que oí. Me dije que no me marcharía. Permaneceré en estas calles desheredadas. Son de los míos.
Después de cerrar la ventana, me acosté y soñé con una inundación. Sabía que mis manos nunca contendrían el agua. Recogerían un caudal tan ínfimo que me lo podría beber de un sorbo.

Parecen predicadores

Parecen predicadores. Analizan la nueva época zombi. Tartamudean delante de la verdad. Escriben palabras tan pasteurizadas como las de los diarios humanos. Se ocultan. Aguan los pensamientos. Inventan héroes zombis imposibles, incluso para universos de ficción. Pero no son sólo ellos, no me engaño. Durante estas semanas, las de las noches de las serpientes, todos nos comportamos como niños y nadie dice lo que piensa.

Oigo el aullido de la sangre

Oigo el aullido de la sangre. Es una noche roja. Las bandas zombis encierran a los barrios dentro de un puño, y el cielo, cárdeno, nos da la espalda. Un clamor vehemente y lastimoso, el de una multitud escondida tras los cristales que, antes que otra cosa, quiere pasar desapercibida, y unas ranas en las alcantarillas que croan como si quisieran escapar de la humedad oscura y echar a volar. Territorios que pertenecen a los zombis, marcados como se marcan las reses, y silencios que saben a leche cortada. Algunos llaman a esta época la de las noches de las serpientes.

Dentro y fuera

Dentro y fuera. El equipo publicitario de Z Pop me pide que haga reír aún más fuerte a los zombis con mis frases. De modo que escribo: Muerto el hombre, se acabó la rabia zombi. Y mientras pienso: Como si fuera polvo de los caminos. Y luego escribo: Los zombis que no consiguen atrapar a un humano fingen que iban tras una hoja seca. Y mientras pienso: Cualquiera me derrumbaría sin armas, bastaría con soplar.

Más gracias para Z

Más gracias para Z Pop. Todo está infestado de bromas suyas:
Errar es zombi, perdonar a los humanos no.
Podemos juzgar el corazón de un zombi en función de cómo devora a los vivos.
Dios hizo que la especie evolucionara del siguiente modo: cogió una costilla de Adán y creó al zombi.
No importa el dinero, tener humanos te hace rico.
Quienes odian a los zombis, volverán como humanos en su siguiente reencarnación.

Opciones

Opciones de menú zombi. Usted considera a los humanos (esencialmente): a) bolsas de patatas fritas, b) huesos buenos para el perro, c) juguetes sexuales, d) a y c son correctas, aunque no en ese orden.

Le preguntaría si

Le preguntaría si resistirá cualquier proposición que pueda hacerle, si todo morirá en el tiempo. O de otro modo: le preguntaría a Vera si el mar, ese que ahora no puede ver escondida en este zulozombi, siempre lo contemplará impasible.

Le preguntaría cómo

Le preguntaría cómo yo, zombi hosco y cerrado, me abrí de par en par, y cómo ella, más abierta y espontánea, se escondió. Tal vez yo, que lo lamento, sea la razón de esa jaula. Pero Vera debe entender que es por su bien por lo que está encerrada en una buhardilla sin luz. Veo cómo se extingue. Y yo me arrugo, como una hoja de papel antes blanca y alisada.