Ser el elegido es como ser zombi. Nadie te dice si lo eres o no. Lo sabes, al cien por cien. Lo eres, desde los dientes hasta el estómago. Después de oír eso, el chico al que habían elegido para el sacrificio asintió con la cabeza y cerró los ojos.
L A S O N R I S A D E L O S M U E R T O S