Dos ventanas

Dos ventanas, dice Sebastián, imagínalas. Al otro lado de cada una de ellas, ahora siempre hay alguien. Vuelven a sonreír. Y eso es bueno, conseguir que casi todos sonrían. Olvídate de buscar un sentido, de llenarlo todo de palabras, eso no funciona. Ambigüedad, confusión, ahí es donde tú te encuentras. Y no es ahí donde ellos quieren estar. Sebastián hablaba con calma. Parecía bastante convencido de lo que decía. Me enseñó lo que había escrito mientras soltaba su discurso: k komes? komes konejos. k kome un zombi? Karne, no konejos. No, no es así, digo. Claro que lo es, dice Sebastián. Hemos roto las cabezas de algunos zombis un poco locos, y también las de algunos humanos, pero ese no ha sido el verdadero cambio. Lo que de verdad importa es que hemos roto las palabras, sentencia.

Mi novia humana

Mi novia humana. Así la llama Sebastián, con su educada ironía. Sabes mejor que nadie que estás forzando algo que no es natural, dice. Has escrito mucho en tu diario acerca de esto, continúa, de zombis y humanos, pero nada puede con el hambre zombi. Tarde o temprano, siempre sucede lo mismo. De modo que déjate de poesías, de metáforas, de inventar idilios imposibles, de llenarte la cabeza de pájaros. Esta vez sí le replico: Estamos juntos, soy una prueba viviente de que es posible. Sebastián se ríe: Mírate, demacrado, ojeroso, alimentado a base de conejos. Ahora vives en el campo y crías conejos. Por Dios, conejos. ¿De dónde sacaste esa idea? ¿Qué zombi puede aguantar ese régimen? Eres una prueba, sí. Pero no de lo que crees, sino de deliriozombi.

ResurrectionZ 2

ResurrectionZ 2. Esta secuela está llena de lirismo. Tristeza descarnada y sin maquillar. La del zombi. En la pantalla, pozos negros. Una risa mentirosa y amplificada desborda las paredes. La película sabe a tierra. Al terminar, las luces se encienden, pero todo sigue a oscuras porque aún no he abierto los ojos. Al entrar en la sala de cine, los cerré.