Dos ventanas

Dos ventanas, dice Sebastián, imagínalas. Al otro lado de cada una de ellas, ahora siempre hay alguien. Vuelven a sonreír. Y eso es bueno, conseguir que casi todos sonrían. Olvídate de buscar un sentido, de llenarlo todo de palabras, eso no funciona. Ambigüedad, confusión, ahí es donde tú te encuentras. Y no es ahí donde ellos quieren estar. Sebastián hablaba con calma. Parecía bastante convencido de lo que decía. Me enseñó lo que había escrito mientras soltaba su discurso: k komes? komes konejos. k kome un zombi? Karne, no konejos. No, no es así, digo. Claro que lo es, dice Sebastián. Hemos roto las cabezas de algunos zombis un poco locos, y también las de algunos humanos, pero ese no ha sido el verdadero cambio. Lo que de verdad importa es que hemos roto las palabras, sentencia.