Trompas

Trompas zombis enormes, enrrolladas en espiral. Algunas son tan grandes que están plegadas sobre el abdomen. Las extendemos para libar el jugo de nuestras queridas plantas, las que piensan que piensan y caminan sobre sus extremidades inferiores. Despierto. Me llevo las manos a la cara. Palpo la nariz, los labios, los dientes, la lengua. Aún no tengo trompa. Aún no me he transformado en un lepidóptero zombi.

NZC (New Zombie Culture), toma 11

NZC (New Zombie Culture), toma 11 (fragmento extraído de una novela española de literatura costumbrista): Los domingos se levantaban por prescripción ascendiente a las cinco de la madrugada. Se lavaban, se vestían, se arropaban bien y, pegadas unas a otras, emprendían el viaje hacia la iglesia. Fuera de los muros inmaculados del templo, se arrodillaban y oraban. Luego aguardaban a que la misa de seis terminara y los muy sacrificados y devotos madrugadores empezaran a desfilar. Sus hermanos y su padre dormían hasta las ocho y cuarto. A esa hora, ellas regresaban y traían al creyente que hubieran escogido y troceado con las manos. Después de alimentarse, todo cambiaba. A las diez en punto de la mañana, de nuevo iban a la iglesia, pero esta vez no se metían con nadie, sino que se quedaban a escuchar misa. Todos en aquel pueblo eran creyentes. Todos se levantaban a las cinco de la madrugada cada domingo. Todos lo sabían. Y todos lo aceptaban, como un sacrificio periódico que exigía Dios.