Pero qué bueno es esto de sentirse libre

Pero qué bueno es esto de sentirse libre. Lejos de la ciudad. Lejos del odiozombi. Me tumbo sobre la hierba húmeda, a primera hora del día. La niebla aún no se ha levantado. El rocío moja mi espalda. No hay gemidos zombis, pero sí silencio de pájaros. Me extraña lo de los pájaros. Levanto la cabeza y oteo el horizonte, en busca de quién sabe qué o quién. No hay nadie. O mejor, yo no lo veo. Hay pajaros y ninguno canta.