Cantaba muy bien

Cantaba muy bien. Pero se les ha caído un mito. Evadía impuestos. Era anoréxica y vomitaba todas las cenas. Estaba enganchada al Prozac, al Trankimazin, al alcohol y a las tarrinas de helado. Robaba temas musicales a los que empezaban e intentaban triunfar. Y aunque no era zombi, se había aficionado a cocinar apéndices: orejas, dedos, narices, penes. De todos estos escándalos, fue el culinario el que provocó que nadie quisiera oír más sus discos. Y justo ahora, ella está saltando desde el piso doce.