Me presentaron a un ciego

Me presentaron a un ciego. Podía ayudarme. Tendió una hoja de papel entre nosotros. Apretó su mano contra la mía, que sujetaba un lápiz. Cierra los ojos, ordenó. Lo hice. Dibújala, dijo luego. Al principio no supe qué hacer. Luego mi mano cobró vida. ¿Qué estoy pintando exactamente?, me pregunté. Él aflojó la presión sobre mi mano. Abrí entonces los ojos. El ciego sonreía. Entiendo, dijo.