Sucedió en un andén

Sucedió en un andén. Una humana que me pareció muy hermosa se fijó en mí. Enseguida adivinó que yo era un zombi. Primero me miró con curiosidad. Luego con placer. Luego con deseo. Llegó un punto en el que entendió. Me miró con ojos vidriosos. Luego con ojos de renuncia. Por último, los apartó.