De lo que se entera uno

De lo que se entera uno. Solo hay que dormir en las aceras para saberlo. Condones usados, centenares de ellos, atascan los desagües. Lo menciono como curiosidad. Heces desgranadas y aguas con tacto a serrín desfilan por las tuberías zombis como un perpetuo granizo. Pero eso también es lo de menos. Desechos de carne, grandes trozos putrefactos, atiborran las alcantarillas. Todo está a punto para la siguiente inundación, en cuanto caiga el primer aguacero. Nadie sabe qué ocurre detrás de cada puerta cerrada, yo tampoco, pero aquí, donde todo confluye, puedo ver cómo se acumulan los restos, entre los que destacan los huesos y los tendones.