Justo antes de morir

Justo antes de morir, el poeta al que arrastré, seccioné las cuatro extremidades y escondí en una de las habitaciones, me preguntó por qué le había hecho eso. Se lo expliqué. Se entendía muy bien con Vera. Era delicado y atento. Fraternal, añadí con sorna. Pero no hice todo aquello por celos. Él tenía que aprender lo más importante. Desconocía lo que era la pasión.
A mi modo, tengo que enseñártelo, dije mientras le abría el vientre clavando y separando los dedos.