No das los buenos días

No das los buenos días. Te levantas, vas al baño, te lavas la cara delante del espejo, te vistes, recoges tus cosas, pero a partir de ahí, la rutina se interrumpe. Pasas delante de mí como si los zombis nos hubiéramos vuelto invisibles. ¿Que si espero a alguien? Sí, gritaría, sí, espero a alguien, claro que espero a alguien, claro que sí, por supuesto que sí, sí, sí, sí. Pero lo que hago es guardar el mismo silencio que tú, Vera.