Una humana, acerca de un zombi (3)

Al zombi le resulta imposible disimular todo el tiempo. A él, especialmente. A veces se pone muy rígido y endurece las facciones, apretando los dientes. Entonces es la imagen del nerviosismo. Mi vanidad por dentro sonríe, porque sabe que mi presencia ha provocado esa incomodidad. También le delatan los ojos, que aparta en alguna ocasión con rapidez. Y el tono de sus palabras. Aunque estas son muchas veces formales, distantes, hay algo en ellas que traiciona su significado. Al escucharlas de sus labios, noto que contienen un segundo mensaje, como si cada uno de los vocablos que salen de su boca formara parte de la misma fachada, y lo que el zombi verdaderamente dice se hallara en la musicalidad de las frases.