Hombros

Hombros. Vera continúa tumbada en la cama con los ojos cerrados. La luz del sol se filtra hasta sus hombros. Sus hombros hablan, siempre hablan. Entran y salen de mí como quieren. Parecen frases que empiezan por cualquier palabra y se abandonan a capricho. Me acerco a sus hombros, abro las alas de la nariz e inspiro todo lo que puedo. Envidio la naturalidad que tienen: sus hombros son muy confiados. El sol se hace por completo visible en la habitación. Se refleja en el metal de sus hombros y me deslumbra. Ya que soy esclavo de sus hombros, me pregunto si al menos voy a poder sacar al sol de mis córneas.