La chica (IX)

La chica lo notó. Habían pasado varias horas desde que el zombi le había arañado. Cuando se inició el asalto al instituto, los no vivos empezaron la masacre. El mismo zombi que la había atacado abrió el abdomen del chico. Una rosca untada en brea, encendida, una guirnalda roja de varios metros que a ella le hizo llorar por última vez. La dejó vivir. Solo a ella. Porque iba a transformarse. La chica estuvo segura cuando se le secaron las lágrimas y percibió otro sentimiento en la boca del estómago. Al principio fue un cosquilleo agradable. Luego, una urgencia por unirse al festín.