Los dioses negaron

Los dioses negaron aquella muerte. No iban a permitir que el zombi desapareciera. Este fue el destino anunciado, de aquí obtendría alimento para subsistir por toda la eternidad: el zombi debía abrir con sus manos el vientre de la mujer y devorar a su hijo. En lugar de complacer a los dioses, el zombi se colgó con un alambre de púas y su cabeza rodó como una estrella fugaz.