Orejas

Orejas. Apéndices zombis fríos, casi inútiles. Pero sin ellas, yo parecería un monstruo, y las orejas de Vera se escabullirían de mí cuando me vieran mutilado. Mis dientes rechinan por culpa de las orejas, por lo solas que están, por lo que lamentan no poder rozarse ahora con las de Vera, más calientes y blancas que las mías, y después de rechinar, lloran. Lágrimas que nacen en los dientes y caen en cascada a través de las comisuras de los labios. Los humanos, tan ciegos, se equivocan: no es saliva de zombi.