Ella hizo algo diferente

Ella hizo algo diferente. La casa que alquilamos estaba atrancada de polvo y cubierta de cajas cerradas de cartón. Me cogió de la mano, templada y mansamente. Mis dedos zombis se trenzaron con los suyos, como hebras delgadas, y así subimos al tejado. Allí extendió un mantel, sobre el barro acanalado y frío. Me quitó la ropa, con sus manos eternamente blancas. Y yo a ella. Y le abrí luego las piernas y la vagina, con un chorro de luz. Y hasta a la luna le avergonzó mirar, porque aquello era entre dos y nadie más tenía derecho a saberlo. Miré al cielo, fugazmente, y pude comprobar que el satélite teñido de rojo enseñaba su cara oculta.