Entré en su casa

Entré en su casa. Me había invitado a cenar. Aún no hemos decidido si viviremos juntos o seguiremos como estamos, de vecinos. Ella vestía de negro. Una ropa muy elegante. Había puesto la mesa con mucho gusto. Velas de color marfil, un centro de mesa de diseño bajo con flores sin perfume, vajilla de porcelana para dos, cubiertos perfectamente ordenados y alineados. Trajo una fuente. Antes de que la destapara, me fijé en el único y pequeño círculo rojo que descomponía la cuidada escena.