La luna roja

La luna roja alumbraba el fondo del mar. El humano nadó hacia la superficie. La tocó con sus dedos, pero algo le impidió emerger. Parecía que un cristal invisible rodeara el agua. La mujer zombi aguardaba en un bote. Contemplaba la superficie inmóvil y apacible del mar, inofensiva en apariencia. Cuando el hombre comprendió que la extraña e invisible coraza rodeaba todo el océano, nadó hacia el fondo. Pisó la luna roja y se lo dijo: no se quedaría de brazos cruzados. Cogió impulso y empezó a ascender rápidamente. Una de dos: rompería aquella armadura de cristal y saldría, o se partiría la cabeza en el intento.