Qué no debí hacer

Qué no debí hacer: marcharme y dejarla sola, volver cuando ella ya se había ido, creer en un mundo zombifeliz que nos dejaría vivir nuestra vida, apartar el miedo en lugar de convivir con una sospecha bastante fundada y desoír las advertencias de mi amigo Sebastián (aunque también abrí su luz y partí mis dedos y mi negra lengua zombi y chillé sin abrir los labios ni rozarla y estallé como una estrella moribunda y repartí mis átomos entre quienes los quisieron y desperté y me enamoraron sus ojos humanos marrones y verdosos, y nada de eso se pudo corregir).