Se disparó el número

Se disparó el número de estrellas. Lejos de la ciudad, puedo ver el rastro que la leche deja en el cielo. Lo he descubierto lejos del ruido y de las luces: la noche es insoportablemente blanca. Oigo muy acolchados los ladridos de los perros y los gritos de las farolas. Nadie me pide que me ponga el uniforme zombi. No estoy en un escenario, aunque desde aquí a alguien le pueda parecer que las estrellas llenan el patio de butacas, los anfiteatros y las localidades de paraíso.