Un caso particular

Un caso particular. La mujer zombi antes no se quejaba, se conformaba con su traje zombi. Pero alguien se empeñó en esculpirla. Esta persona le abrió brechas en la carne, la desgarró. Con cada golpe de martillo, le rompió una articulación. Cada soldadura a ella le quemó, condujo impulsos dolorosos a una médula zombi casi inmaterial. En sus nueva anatomía se hicieron visibles la fibra muerta, la savia muerta, los tendones muertos. El escultor creía que la mujer zombi necesitaba una curación, aunque lo que él llamaba piel viva, en realidad era roca.