Volaron piedras

Volaron piedras. Contra los zombis salvajes que se negaron a guardarse sus esputos, sabandijas que mordieron las manos y los antebrazos y los brazos y llegaron hasta los hombros, zombis tan ruidosos que los más pulcros dijeron que eran incompatibles con el nuevo orden, enemigos de la nueva paz. Fueron trasladados sin dilación a cierta nueva fosa de ciento cincuenta metros, sobre la cual, además de volar, llovieron piedras.