Estómagos

Estómagos zombis. Alguna vez ha pasado. Un zombi cree que puede alimentarse del aire. O, peor aún, que no necesita comida. Atención a la frase que viene ahora: con el amor tiene suficiente. Los estómagos zombis, de la risa floja que les entra, se mean en los intestinos al oír eso. Mi estómago cruje. Ya está bien de anatomía humana. Salgo a la calle y busco con qué tranquilizarlo. Escojo la casa de uno de los soldados que apunta a los zombis con su mirilla telescópica. Entro. La familia está reunida en el comedor. El soldado. Una esposa que parece muy asustada. Una niña preciosa que le pregunta a su padre si soy un zombi. ¿En qué lo notará?, me pregunto. ¿Tan hambriento parezco? Termino lo que he venido a hacer. Pero a pesar de haber cumplido, mi estómago no para de reír.