Otro de los inconvenientes de hacer el amor con una humana mientras el mundo zombi se quema. Sus pechos gritan como soles encendidos mientras el mío se reduce a polvo. Mi pene inunda su boca roja y arde entre montañas, olvidándose de unos testículos que lloran y gimen acompasadamente desde el exterior. Todo es negro, menos la luz de su boca y de su ano, y sus labios mayores abiertos, hinchados y rojos, en flor, que saben a mujer zombi y a sal y a humo cuando los pruebo.