Soñé que nos habían enterrado

Soñé que nos habían enterrado. En mi sueño, el edificio del matadero se desplomaba sobre nosotros. Luego empezó a llover sangre, sangre de la tierra, como lluvia, lluvia invertida que caía hacia lo alto, hacia un cielo inundado de rojo, de rojo en gotas, gotas inquietas como lágrimas. Y nosotros, los vivos y los no vivos, los sepultados bajo los escombros, permanecíamos inmóviles, casi sin respiración. Ni siquiera pestañeábamos.