Sebastián organizó una fiesta

Sebastián organizó una fiesta. Ha terminado el plazo, me dijo. Yo no había acabado con aquel asunto, a pesar de sus advertencias. Sebastián. Por fuera parecía el mismo. Su casa y sus fiestas, también. Cabezas humanas pintadas de verde, amarillo y azul, ensaladeras de manos, cremas muy suaves. Nada modificaba sus viejas costumbres. Entendí entonces qué cualidad sobresalía en él por encima de las otras: sabía detener el tiempo. Ha terminado el plazo, repitió. Como si yo no le hubiera escuchado cuando lo dijo la primera vez.