Viajó

Viajó. De los correccionales a las casa de adopción, en las que mordió a gatos y señoras. De ahí a prisión, cuando cumplió diez y ocho. Con veintidós, Z Pop le sacó de la cárcel y lo nombró guardián del matadero. Con veinte y uno y dos más, los hombres le temían. Aterrorizaba a los viejos, mordía a los niños, pateaba a las mujeres, pateaterrorimordía a cualquiera. No llegó a acabar sus veinte y uno y dos más. Alguien le reconoció por la calle. A él, al famoso ex guardián del clausurado matadero. Lo pateaterrorimordieron las bandas. En un sótano. Por turnos. Una banda cada noche, sin llegar nunca a matarlo. Sí, viajaba un poco cada noche, pero siempre veía amanecer. Los veinte y uno y quién sabe qué más siempre en el horizonte, con promesas de viajes y atardeceres igual de perros. Hasta que un buen día, antes de los veinte y súmale uno al dos y uno más, rompió el billete pateaterrorimordiendo su palpitante corazón zombi.