Suerte

Suerte que apenas queda alguien. Sebastián da de comer a las palomas mientras piensa en voz alta. Yo le escucho en silencio. Las cosas denotadas por los sentidos humanos son lo que parecen ser y lo zombi es un error de la percepción humana. Los que desaparecen tampoco se extrañan. Los que absorbemos (literalmente, sus moléculas pasan a formar parte de las nuestras) ya estaban hipotecados y eran exactos y fieles y hablaban coloquialmente y rechazaban lo sentimental y analizaban y denunciaban los oficios y los malos horarios y eran objetivos y ahogaban lo exótico y hablaban todo el tiempo de la verdad tal y como es. De modo que solo tenemos que dejar las habitaciones con un aspecto lo bastante sospechoso, así nadie se molesta en limpiarlas.